“Después de ocho días de paro laboral, los profesores de la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas reanudarán sus labores tras llegar a un acuerdo con el nuevo director, Martín Moreno Félix, quien desde ayer fue reconocido por los docentes inconformes.”
Así es como se lee el primer párrafo de la nota periodística que anuncia el fin del paro laboral en la preparatoria Lázaro Cárdenas. Un hecho muy positivo para todos pero que nos deja con muchas preguntas sobre el buen actuar del docente.
A manera de antecedente, desde el pasado 28 de agosto los docentes de la preparatoria Lázaro Cárdenas decidieron hacer un paro total de actividades debido a inconformidades por la manera en cómo se había designado al nuevo director del plantel.
Aproximadamente una semana anterior al inicio de paro de actividades, los docentes de la preparatoria realizaban paro de actividades pero solamente por lapsos determinados de tiempo, dejando de laboral por una hora mientras se reunían en la explanada de la institución para expresar sus inconformidades. Incluso se hacían esfuerzos para obstaculizar la entrada del nuevo director al plantel.
Por su parte, la designación del director del plantel está en realidad a cargo de un órgano federal, externo a la preparatoria, y que debe ser claro y transparente en sus procedimientos de designación de autoridades; ha sido ha causa de la falta de dicha transparencia que se hacen cuestionamientos sobre la honorabilidad en la designación del cargo y que mueve a los docentes a tomar medidas drásticas.
Como muchas otras situaciones, esta inconformidad fue en realidad una serie de hechos que fueron escalando hasta llegar a lo que vimos plasmado en los encabezados de periódicos y redes sociales, y que hasta involucró el apoyo de muchos estudiantes.
La inconformidad de sucesos y exigencia de claridad y transparencia es algo a lo cual todos tenemos derecho, especialmente cuando de líderes se trata. Sin embargo, no podemos pasar por alto el hecho de que quienes promovían este paro de labores eran docentes y hay acciones que, por más que nos disguste, no se pueden llevar a cabo hasta sus máximas consecuencias.
No estoy diciendo que, de haber una falta, los docentes del plantel se hayan quedado callados y permitido que se permitieran favoritismos. Claro que no. El docente tiene una labor muy particular, diferente a todas las demás profesiones, y ésta es la de educar a las nuevas generaciones mediante los contenidos, programas de estudio y el ejemplo práctico de sus acciones.
¿Tenían los docentes de la preparatoria el derecho laboral de exigir transparencia en los procedimientos de asignación del puesto de director? La respuesta es un rotundo sí.
¿Tenían los docentes de la preparatoria el derecho laboral de hacer un paro total de actividades para ejercer presión a la autoridades y de ésta manera ser tomados en cuenta? La respuesta no necesariamente es clara e incluso podría cargarse hacia el lado del no.
El paro de actividad es un acto de violencia, así sea una violencia pasiva sigue siendo violento. Es este ejemplo el que los docentes muestran a sus educandos y que, en diferentes medidas, ellos mismos muy probablemente buscarán aplicar a lo largo de sus vidas. Quizás para contadores, abogados, secretarias entre otros trabajos sea efectivo debido al tipo de relación que existe entre patrón y empleado, pero definitivamente no es el mismo caso en un contexto escolar cuando no son dos partes las involucradas sino tres (administrativos, docentes y alumnos), y hasta cuatro si tomásemos en cuenta a los padres de familia.
